Cierto día estaba en limosnero en la calle, cuando vio aproximarse al Rey, y dijo para si mismo:
- Le pediré unas cuantas monedas al Rey, pues este tiene muchísimo oro.
Al acercarse el Rey, el limosnero le dijo:
- Su Majestad de favor os pido que me deis unas cuantas monedas....
El Rey respondió:
- ¿Cómo es eso que me pidés unas monedas de oro?, después de todo tú deberíais de darme algo a mi, pues yo soy tu Rey...
El limosnero con admiración dijo al Rey:
- Yo no tengo nada que ofrecerte, ya que soy muy desdichado...
El Rey respondió:
- Buscad dentro de todas vuestras pertenencias, debéis tener algo que podéis ofrecerme...
Al percatarse de la inistencia del Rey, el limosnero comenzó a buscar entre las pocas cosas que tenía y encontró, una naranja, un pan y unos cuantos granos de arroz, seguido de esto pensó:
- El pan y la naranja son muy importantes para mi, no se los puedo entregar, le daré unos cinco granos de arroz, acto seguido le entrego los granitos de arroz al Rey.
El Rey al recibir los granos de arroz dijo al limosnero:
- Verdad que teníais algo que ofrecedme!!!! Seguido de esto extendió su mano y dio al limosnero cinco monedas de oro, una por cada grano de arroz recibido.
El limosnero al notar lo que había sucedido y habiendo recibido las monedas de oro dijo al Rey:
- Su Alteza, esperad!!! creo que tengo algo más para dar...
El Rey continúo su camino y mientras caminaba dijo:
- No puedo darte más a cambio, de lo que sinceramente de corazón me has dado...*
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